miércoles, 1 de abril de 2009

DIARIOS DE MOTOCICLETAS...QUE IRONIA

Pues sí, pues que se cumplió la profecía de casi todos los que se enteraron que compre una moto. -Te vas a matar- me dijo el más benévolo de ellos. Escuché todas las recomendaciones habidas y por haber, me platicaron todos los accidentes de los que tenían memoria, me intentaron asustar con increíbles historias y leyendas, me instigaron, amenazaron, recomendaron, me suplicaron, me exhortaron, me pidieron. Y yo cual terca mula solo ponía mi cara mejor ensayada de condescendencia y tildaba de timoratos a los interlocutores. No pasa nada, les decía borrando de mi mente cualquier imagen de accidente, que yo manejo con precaución, que yo se me cuidar y toda esa murga, les aventaba en un rollo estilo no se preocupen, no hay tos. Y agarraba mi caballo de acero y según yo, con todas las precauciones debidas, tomaba por asalto las calles (es un decir) de la ciudad, practicando mis frenadas, mis arrancadas, mi estabilidad, ¡vamos!, ensayaba el cómo encenderla.
Y si, que no hay fecha que no se cumpla y plazo que no se llegue, el medio día del martes me encontró montado sobre mi artefacto y engullendo kilómetros, que no fue ni uno, a tres cuadras de mi centro de trabajo, a donde lleve mi moto que dos horas antes fui a recoger al taller, un desprevenido, atolondrado y embrutecido conductor de una camioneta, tuvo a bien no fijarse que la preferencia de paso no era de él, e interponiendo semejante lamina se me atravesó en mi camino.
¡Zas!, ¡pum!, ¡cuás!, ¡zacatelas!, ¡tómala!, ¡téngala!, ¡chin!, ¡rájatelas! Cualquier onomatopeya del verbo partirse la madre que quieran poner o imaginar.
Ambulancia, radiografías, moto convertida en miles de motoclicetitas, mirones, metiches, sustos, impresiones, toda la gama de situaciones que suceden durante un accidente. Y yo, con la pata-pierna-extremidad inferior, en calidad de muestrario de todas las gamas del dolor.
Mentiría si dijera que no me asuste, que no me dolió, solo puedo decir que el angelote que me cuida hizo bien su trabajo, en realidad los efectos secundarios fueron mínimos comparados con lo que pudo haber pasado. Con franqueza, fue un accidente muy benévolo y yo sumamente afortunado.
Esto me hace meditar en los conductores de este bello, hermoso y ninguneado pueblo (es otro decir), en definitiva, no estamos capacitados para conducir, el 99% lo hace mal (ahora si no es un decir), invaden carriles, no respetan límites de velocidad, rebasan por donde se les da la gana, se detienen exactamente donde se les inflama alguna protuberancia de las regiones boscosas del sur y sin señalamiento previo, dan vueltas sin precaución con el semáforo en rojo, y mas, muchas más infracciones que se cometen al bando de policía y buen gobierno. Y ya no hablo de los taxistas, estos merecerían un escrito a parte.
¿Y vas a volver a subirte a la moto?, me preguntaron con inmensa jiribilla ayer que cual fardo me encontraba tirado en mi cama.
Ahorita la respuesta es no sé, no tengo la menor idea. Por momentos pienso que quitándoseme el dolor de inmediato me trepo a la moto (en caso de que ya me la hubiesen regresado del taller…otra vez), pero luego me acuerdo y me digo que mejor la vendo. Ahorita todo es confusión y dolor…si, la verdad si duele.

1 comentario:

  1. Jajajajajaj, cual profecia?, lo que pasa es que la mayoria ignoramos ó no creemos en el poder de nuestra mente y menos aun de nuestra palabra. Realmente estoy sorprendido de tus dotes de escritor, mas aun, estoy descubriendo una nueva persona.
    P.D. Repito, firmare como anonimo por que no se como hacerlo de otra forma (atte. JC)

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